Docentes
de la región insular cuentan con una nueva herramienta pedagógica
para la formación de los niños y jóvenes.
Con
el objetivo de aumentar la documentación en colegios y bibliotecas
de las islas de Margarita, Coche y Cubagua para impartir la materia
Interculturalidad exigida por el Ministerio del Poder Popular para la
Educación, el primer volumen de la Serie Nuestra Diversidad Cultural
del Instituto Caribe de Antropología y Sociología de la Fundación
La Salle de Ciencias Naturales (Icas) y el Centro de Antropología
del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) fue
dedicado al estudio del pueblo indígena guaiquerí.
Dirigido
a
alumnos del ciclo básico y diversificado, este cuaderno de 40
páginas titulado Los
guaiquerí, gente del mar, un pueblo indígena de navegantes
fue escrito por los investigadores Cecilia Ayala Lafée-Wilbert del
Icas y Werner Wilbert del Ivic e impreso por la imprenta oficial del
estado Nueva Esparta. El coordinador de esta serie de publicaciones
es Pedro Rivas Gómez, director del Icas.
El
texto se divide en cinco capítulos, narrados en lenguaje sencillo y
acompañados de numerosas fotografías e ilustraciones.
El
primer capítulo cuenta la historia de los primeros habitantes de la
Isla de Margarita quienes se asentaron allí hace unos 4300 años
antes del presente. Por su parte, el segundo capítulo explica la
llegada de los arawak (arahuaco, araguaco), desde la región
amazónica hasta el nororiente de Venezuela, indígenas que
posteriormente fueron desplazados por los ancestros de los
guaiqueríes, hablantes de un idioma Caribe.
En
el tercer capítulo del libro se aborda a la etnia guaiquerí desde
diferentes ángulos: territorio, idioma, gentilicio, características
físicas, vestimenta, expresiones culturales y vivienda. Mientras que
en el cuarto capítulo se relatan sus principales actividades de
subsistencia, como la pesca, recolección de productos marinos,
horticultura (siendo el conuco su unidad de producción), cosecha de
frutos silvestres (pitahayas, guanábanas, anones, guayabas, guaraes,
mameyes, mamones y piñas, entre otros) y la cacería de pequeños
animales.
En
ese apartado se rehace hincapié en el conocimiento que los
guaiqueríes tenían acerca de las plantas, distinguiendo aquellas de
uso mágico-religioso de las medicinales, económicas y nocivas
(estas últimas empleadas para cazar y defenderse). Asimismo, se
expone su cultura material (alfarería) como la actividad
socioeconómica más importante del pueblo guaiquerí; así como la
fabricación y utilización de instrumentos musicales y sus creencias
religiosas ancestrales basadas en el chamanismo, el cual desapareció
en la década de 1950 con la muerte del último piache, Eustaquio
Salazar, conocido como “Manote”.
Finalmente,
el quinto capítulo, muestra la vida del guaiquerí durante los
períodos colonial y republicano y cómo esta comunidad indígena
sobrevivió a las transformaciones culturales que ocurrieron en esas
épocas. Adicionalmente, reseña la participación de los guaiqueríes
en las luchas libertarias y sus habilidades para conservar sus
territorios después de la guerra de Independencia.
Conociendo
el pasado
Los
guaiqueríes habitaban en territorio venezolano desde antes de la
llegada de los españoles, pero fue durante la conquista y
colonización hispánicas cuando se fundaron los cinco resguardos o
tierras comunitarias donde se establecieron colectivamente grupos de
familias: El
Manzanillo, El Tirano, Valle de Pedro González, Los Cerritos y El
Poblado.
“La
historia nos dice que aquellos que vivían en las cercanías del
actual puerto de El Tirano, en El Agua, fueron quienes en 1499
canjearon sus perlas con Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa, los
primeros europeos que pusieron pie en la isla” se lee en la obra.
A
pesar de que lucharon por conservar el carácter comunal de sus
tierras, en 1904 fueron repartidas entre sus dueños y adjudicadas
como propiedad privada, con la excepción del resguardo de El Poblado
de Porlamar, el cual resistió como ente legal bajo la figura
jurídica de Comunidad Indígena “Francisco Fajardo”, inscrita en
la Oficina de Registro Público del Distrito Mariño del estado Nueva
Esparta en 1949.
“Aunque
la mayoría de los venezolanos supone que los guaiqueríes estaban
extintos, durante el Censo realizado en el año 2001 por el Instituto
Nacional de Estadística, 2.767 personas de El Poblado de Porlamar se
identificaron como descendientes de los guaiqueríes históricos”
mencionan los autores. Incluso, a partir de 2006 y debido a
investigaciones de campo de Ayala y Wilbert, se detectó la presencia
de guaiqueríes en Manzanillo, El Tirano, Pedro González, Juan
Griego, El Cercado, Los Cerritos (Pampatar), Península de Macanao y
otras poblaciones insulares.
Su
idioma originario (chotomaimur
o lengua de la gente) se extinguió, pero su legado de valentía y
perseverancia continúan tan vivos como hace 500 años.
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